Por Otilio Haro
Es un verdejo de verdad. Y como pasa sistemáticamente en estas calidades, al margen de la D.O. Rueda. Es el vallisoletano con mayor mineralidad que conozco y recuerdo. Algo casi en exclusiva de los vinos segovianos de esta variedad.
Su color es de un amarillo verdoso y muy glicérico en su agitar. De aroma intenso y complejo, a fruta de hueso; melocotón… con notas de tiza y hierba. En boca es untuoso, tiene cuerpo, acidez, amargor (corteza de limón) … y cómo no, mineralidad. Una gozada. Secante en su postgusto.
Entorno a los 12 €. esta cosecha del 2018 es un regalo digna de disfrute. Un año mismo más en botella puede ser la leche.
