Por Otilio Haro
Es un Ribera que asusta poco. Es decir, con menos extracción, conjunto más fresco, con buen protagonismo de la fruta y menos del roble. Esperaba más capa, lo cual no quiere decir nada. La orilla o ribete es granate viva, con una lágrima, fina y transparente. Es alcohólico en su sentido más positivo. Nada de puñetazo en la nariz. Ahí está ese licor de guindas. Fruta roja con ciertas notas caramelizadas y un fondo de tierra seca, de polvo. El especiado es elegante, por lo tanto tira más a pimienta blanca que negra. De tacto muy graso y placentero. Te viene todo el torrente de fruta roja y las puntas de caramelo. El alcohol igualmente contenido. Rico postgusto y con los taninos vigorosos. Es como un licor suave. No se nota que sobresalga la madera en ningún momento. Es más, hace que te centres en su generosidad. Sorprende para bien en cuanto a lo encontrado en Ribera del Duero últimamente. Que la boca sea una continuidad de la nariz es una de las cosas más positivas que se puede decir. Celebro esta versión. Un crianza este 2018 que se expresa rápido y bien. Unos 12-13 euros es un buen precio.
